Rescatando los Valores


Cada día, cada profesión y cada vínculo constituyen una oportunidad para recomponer el tejido social en base a la bondad y la solidaridad. En las últimas décadas nos estamos enfrentando a una crisis de valores y, además, se han deteriorado las relaciones humanas y el comportamiento ético, debido a la notoria subversión de valores que se observa en el diario comportamiento social del individuo. 
Se han instalado en nuestro medio, como un común denominador, conductas antisociales, insolidarias, deshumanizadas. Pasiones como el egoísmo, odio, resentimiento, violencia y actitudes de indiferencia ante el sufrimiento del prójimo y la injusticia, deben ser revertidas con la mayor urgencia. 
Es necesario recomponer el tejido social para reconstruir una sociedad saludable, a partir de la recuperación individual, rescatando los valores humanos que se encuentran opacados en su conciencia, pero que están en su naturaleza humana. 
Es una verdad de Perogrullo, pero verdad al fin, que la mejor enseñanza es con el ejemplo. 
Pero también somos conscientes de que ello resulta insuficiente. 
  En consecuencia, debemos incorporar la enseñanza y transmisión de los valores humanos, tales como la verdad, paz, rectitud, no violencia y amor, entre otros, a través de la palabra afectuosa, del gesto solidario. 
  Ello puede lograrse en la tarea de enseñanza de padres a hijos, de los educadores a los educandos, de cada ciudadano en su conducta pública y en su entorno, del gobernante frente al gobernado, etcétera. 
Toda actividad y todo momento puede servir y ser útil para transmitir un mensaje valorizador y potenciador de los valores humanos. 
Como dice un sabio filósofo: "Los valores humanos están contenidos en cada célula del cuerpo humano; sino, no podrían ser humanos". Sólo resta rescatarlos y ese es el mayor desafío de este momento. El hombre y su conciencia. Sólo el ser humano tiene conciencia moral porque sólo él tiene conciencia de sí mismo, de valorizarse y poder juzgar su conducta. 
Es importante utilizarla como una brújula: nos aportaría la capacidad de reconocer el modo en que nuestras acciones son correctas y la de utilizar nuestros valores como guía en el proceso de toma de decisiones. 
Como dice un sabio guía espiritual, "la conciencia es vuestro amo y vuestra guía". El hombre está realizando hazañas increíbles y logrando, con la ayuda de la ciencia y la tecnología, descubrir e inventar cosas que no son accesibles para el común de los hombres. 
Pero, después de adquirir todas estas fuerzas y habilidades, no tiene la sabiduría necesaria para utilizarlas convenientemente, por lo que sería saludable seguir estas cuatro directivas: sigan al maestro que es vuestra conciencia, enfrenten el mal, luchen hasta el final y terminen el juego aplicando valores. Legado familiar. Los valores surgen primordialmente en el individuo en el seno de la familia pero, para que se dé esta transmisión, es de vital importancia la calidad de las relaciones con las personas significativas en su vida, como sus padres, hermanos, parientes y, posteriormente, amigos y maestros. 
Es indispensable el modelo y ejemplo que estos seres muestren al niño, adolescente y joven, evidenciando coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. 
Citando otra vez a un sabio filósofo: "Los seres humanos necesitamos redescubrir nuestra verdadera esencia. Como piensas, actúas; según actúas, desarrollas hábitos; tus hábitos hacen tu carácter, tu carácter hace tu vida...". 
Pero no todo está perdido en nuestra sociedad. Hay gente de gran valía, sabios, pensadores, filósofos, docentes e instituciones que permanentemente, con gran esfuerzo y dedicación, vienen marcando rumbos, señalando el Norte, para que quienes lo perdieron puedan reencontrar el sendero del bien, de la rectitud, del amor, etcétera. 
Dicho sea de paso, es necesario que en la educación pública se incorporen, como enseñanza preferencial, las virtudes y los valores que transforman la mente y el corazón de las personas. 

Los valores primordiales para ser transmitidos son los que siguen: 

Verdad 
Hay una verdad fundamental y universal, que puede ser expresada de muchas formas. 
Puede ser alcanzada a través de muchas sendas, nombres y formas, pero la verdad es siempre una. 
Las diferentes religiones y orientaciones espirituales ofrecen una rica variedad de enfoques, proporcionándoles a los buscadores la capacidad de elegir, en base a sus inclinaciones. 
Por ejemplo, la verdad puede ser alcanzada a través de la senda de la sabiduría (el pensamiento racional y el conocimiento). Puede ser alcanzada a través de la senda de la devoción por un símbolo de la divinidad y a través del servicio desinteresado. 
La verdad también halla expresión en la naturaleza, el arte, la música, la poesía, las antiguas escrituras de todos los credos y a través de la disciplina científica. 
Cada vez más, las diversas disciplinas científicas están mostrando la compatibilidad de la ciencia y la espiritualidad. 
La búsqueda de la verdad requiere de discernimiento, intuición e introspección. La verdad más elevada es inmutable en el pasado, el presente y el futuro. 

Rectitud 
Como lo enseñan los grandes códigos éticos y espirituales es: no robar, no engañar, no mentir, no matar, cumplir con los propios deberes y las propias obligaciones, sean cuales fueren las circunstancias. 
Adquirir espíritu de sacrificio, de servicio, de responsabilidad, ser leales, ser íntegros y algo muy hermoso, ser confiables. 
Puede decirse que abarca la suma total de códigos de ética, conducta ética y rectitud moral. 
El precepto "hagan el bien, vean lo bueno, y sean buenos" capta la esencia y el significado de este valor. 
Tiene sus raíces en actitudes y hábitos inculcados desde los primeros años de la niñez, que maduran y se convierten en respeto y adhesión a los deberes y responsabilidades que llegan con las circunstancias de vida. 
Al establecer un límite a los propios deseos, implica hacer un esfuerzo consciente y sostenido por no malgastar la comida, el agua, el tiempo, la energía o el dinero. 
Al adoptar tal código de conducta, se puede avanzar mucho en la reducción del desequilibrio trágico que existe entre los ricos y los pobres del mundo. 

Paz 
Todos desean y buscan la paz. 
La paz perdurable no puede encontrarse contando con el mundo material solamente sino que requiere de la capacidad de introspección y conciencia de sí mismo. 
La conciencia de sí mismo le permite a uno estar atento a los propios pensamientos, palabras y acciones. 
Cuando la conciencia de sí mismo se vuelve un hábito, el individuo comienza a revisar y modificar los patrones habituales de pensamiento que obstruyen la paz interior. 
La verdadera paz requiere de la inculcación de la ecuanimidad, sin importar la pérdida o la ganancia, el éxito o el fracaso, el dolor o el placer. 
Aquietar la mente y abrir el corazón son esenciales para adquirir paz. 
Una mente tranquila requiere de la aplicación de la disciplina de tomarse el tiempo para mirar hacia adentro y experimentar el silencio interior. 
A medida que una persona avanza en el control de sí mismo, no espera tanto ya las alegrías de lo externo, las necesita también para vivir, pero lo acompaña como la sombra al cuerpo una extraña alegría persistente. 
De modo que es importante la reducción y moderación de los deseos. 
Nuestra cultura, no solamente no satisface los deseos mínimos e indispensables, sino que encima los exacerba como posibilidad, generando un doble dolor, el dolor de lo que se necesita y el dolor de lo que se imagina. 
Una persona que controla sus deseos y modera sus necesidades alcanza sobriedad y austeridad. 
Es decir, le queda un excedente para los otros. Cuando yo reduzco para mí, hay algo para otros. Cuando yo pienso en ampliar mis necesidades ya menos queda para otros. 

Amor 
El valor humano del amor puede ser mejor expresado como una energía que impregna toda la vida. Es decir, no es una emoción o sentimiento apasionado de deseo y apego. 
Se refiere a algo mucho más profundo y más básico en la naturaleza humana. Es totalmente desinteresado e independiente de que haya o no reciprocidad. 
Todas las grandes religiones exaltan la importancia del amor. El amor es bondad, cuidado, empatía y compasión. El amor no es pasivo, sino activo y crece, como diría un sabio filósofo, "dando y perdonando". 
Únicamente el amor puede aliviar la ansiedad y el temor. El amor es dicha y es poder; por ejemplo, un sabio maestro nos brinda una definición muy interesante que muestra la relación del amor con los otros valores: "el amor como conocimiento es verdad, el amor como acción es rectitud, el amor como sentimiento es paz y el amor como comprensión es no violencia". 
El resto se experimenta y se conoce viviendo. 




No violencia 
El cenit de todos los valores humanos es la No violencia. La verdad, la rectitud, la paz y el amor se funden en la No violencia. 
La No violencia es un estado de ánimo que reconoce la unidad dentro de la aparente diversidad. 
Se manifiesta como la no violación de las leyes de la naturaleza y el respeto por la ley y el orden. 
Implica abstenerse de causar daño a otros y a la naturaleza en general. La No violencia tiene sus raíces en la tolerancia, la moralidad y la integridad. 
Cuando la ética de la No violencia sea abrazada como el medio para alcanzar la paz mundial, habrá armonía en el mundo. 
Vivir la no violencia es simplemente esto: evitar en todo lo posible la violencia, en el pensamiento, en la palabra y en la acción, reemplazando la agresividad por otras fuerzas, por ejemplo la fuerza de la verdad, la fuerza de las convicciones, la fuerza de la bondad. 





4 comentarios:

  1. la informacion esta muy bien organizada y muy bien me gusto mucho
    andrea isabel perez andrade-urbana657

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  2. pues los valores nos ayudan a saber un poco
    mas
    reyna paola ocegueda gutierrez_urbana 657

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  3. rescatando los balores para no aser cosas

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  4. me gusto la informacion pues los valores se estan perdiendo y esto es como la base de la nueva generacion att:sandybel garcia m.-1024

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